13 abril 2008

La izquierda tiene presidente, pero le falta juego colectivo



Si no se termina con los pequeños grupos que operan contra el juego colectivo, si no surgen un director técnico y un capitán, el FA no gana en 2009. Los contrarios lo saben y juegan, con el apoyo del cuarto árbitro.
Raúl Legnani

El presidente. Tiene hinchada, pero en la cancha no hay quién le responda.
La izquierda - la fuerza política y el gobierno- se parecen cada día más a un cuadro de fútbol que está en plena crisis y no porque los contrarios jueguen mejor.
El bloque del cambio, el cuadro de fútbol, tiene un gran Presidente que hace obras, que saneó las finanzas del equipo, que paga en fecha, que aumentó los salarios, pero a la mitad del campeonato el equipo comenzó a caer y a perder puntos.
Los analistas coinciden que al equipo le falta un buen director técnico y un gran capitán que ponga orden, que ordene al equipo, que estudie a las contrarios y que sepa en la cancha definir una estrategia de juego, sabiendo utilizar a las distintas piezas.
Hoy el Frente Amplio no se adueña de la pelota, que ha pasado a ser propiedad de los contrarios. El "tiqui tiqui" en el medio campo, donde se definen los partidos, es de los blancos y colorados, quienes han logrado conmover a los jueces, incluso al cuarto árbitro, quienes flecharon la cancha, declarando fuera de juego (inconstitucional) a toda idea futbolística nueva, más si es redistributiva. Cobran "orsay" por cualquier cosa y al grito de la hinchada de los contarios del cambio.
Claro que esto se ha visto reforzado por el diputado Esteban Pérez quien no sabe que lo peor que le puede pasar a un equipo es que al finalizar un partido se cargue todas las culpas sobre el juez por el resultado del match, porque en el próximo fin de semana la corporación de los jueces te la cobra, sin pedirte permiso.
El equipo no anda y está confundido.
El Pepe Mujica, que es el que tiene más apoyo de la hinchada del Presidente, se desespera y por el centro de la cancha sale a jugar solo. Recorre el terreno, las pelea todas, pero no mira para el costado para darle juego a otros. A veces se manda unas jugadas individuales de primer nivel, que hacen rugir a la tribuna. Y otras veces hace una moña de más.
A la vez, la otra figura es Danilo Astori, quien está preocupado por ayudar al Presidente en su política estratégica, pero en la cancha no se arrima al Pepe, quien tampoco lo mira, Los dos pelean por el liderazgo ¬la presidencia- en el club, sin establecer el juego colectivo.
Danilo es una garantía para el estilo de juego que definió el Presidente, pero no sonríe. Al contrario, es de los que siempre quiere la pelota, pero si es para jugar a su estilo.
También hay otros que están jugando su papel. El Lalo Fernández va a todas, alienta a todos, pero la pelota nunca le llega. Enrique Rubio juega de intelectual, es más prolijo que Marsolini, pero no le agarra la manija al partido.
También está el "Toto" Rossi, que no deja pasar a ningún contrario por su lateral, que construye juego ¬siempre que Lorier no se le ponga en el camino impidiendo la segunda playa de contenedores-, pero como no habla, no incide en el juego general del equipo. La hinchada lo quiere en el cuadro, pero no corea su nombre.
Todo esto se refleja en las tribunas. Hay momentos en que la hinchada se deprime, por largos minutos desaparece del partido, y en otros critica a sus malos jugadores. Solo se une cuando los contarios rugen o cuando el juez cobra una mano que no fue. Pero, lo más importante, es que cada vez va menos hinchada a los partidos, porque ven que el equipo no camina, aunque igual escuchan por radio los resultados.
La hinchada, a la vez, está enojada con la barra brava, los delegados de los Comités de Base, que impulsan cosas que molestan al Presidente, como es derogar la Ley de Impunidad y la habilitación de aborto.
Esta es la situación, pasada la mitad del campeonato. Si no se termina con los pequeños grupos que operan contra el juego colectivo, si no surge un director técnico y un capitán, ya sea por consenso o por elecciones, el cuadro no llega a la copa.
Los contrarios lo saben.

LA REPÚBLICA - Montevideo 13/4/2008

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