Nota de TODO: Le llevó muchos años a Amos Oz entender un poco más a fondo el problema del Medio Oriente y la tragedia del pueblo palestino a causa de la ocupación ilegal de los territorios de Palestina. Todavía en julio de 2006 Oz era partidario dela guerra "entonces justificada". Una somera lectura de sus incursiones en la política de Israel y los palestinos demuestran fehacientemente el oportunismo y el sionismo arrogante del escritor. Claro, exigirle un reconocimiento público de sus incontables "errores" de apreciación sobre el conflicto, es demasiado para su modesto ego. Oz no es David Grossman... Y está muy lejos de Ury Avinery, un personaje casi único dentro de la política israelí. Y celebro, sobre todo, que después de tantos años de caminar sobre la cuerda floja del oportunismo, se haya decidido a llamar a la criatura fascista por su nombre: Ivett Liberman es un nazi y un apoderado de mafiosos...
Los extremistas de aquí y de allá esperan que fracase esta negociación y ruegan por que llegue a un callejón sin salida. El tiempo no opera en favor de los israelíes ni de los palestinos, sino tan sólo en favor de los extremistas.
Por Amos Oz
En los temas centrales del conflicto israelí-palestino todavía es muy grande la distancia entre las partes. Es por ello que la Convención de Annapolis no será más que un evento festivo acompañado por, como máximo, la declaración de una esperanza hacia el futuro. Ambas partes están entrampadas, en gran medida, por los extremistas de un lado y de otro, y los extremistas no permiten que quienes negocian realicen ninguna concesión significativa.
A pesar de eso, es conveniente recordar que las posturas de las dos partes en la negociación están hoy en día menos alejadas de lo que alguna vez estuvieron en estos cien años de rabia y sufrimiento. Ambas partes aceptan el principio de dos estados, y ambos admiten que las fronteras serán similares a las de 1967. Ambas partes reconocen su obligación de poner sobre la mesa de negociaciones el tema Jerusalem, los asentamientos, los refugiados, las fronteras, la seguridad y el agua.
Ambas partes saben - aunque no lo hayan dicho - que finalmente el acuerdo de paz será muy parecido a los borradores de Clinton-Taba-Ginebra. Y las dos partes saben que si la negociación fracasa, será el momento de los extremistas.
Y por eso, los extremistas de aquí y de allá esperan que fracase esta negociación y ruegan por que llegue a un callejón sin salida. El tiempo no opera en favor de los israelíes ni de los palestinos, sino tan sólo en favor de los extremistas.
La mayor parte de la obligación de avanzar en este proceso recae sobre los hombros del gobierno israelí y sobre la opinión pública israelí, debido a que Israel es la que retiene territorios palestinos, y no al revés. Si Ehud Olmert elige o se ve obligado a otorgar a sus socios coalicionarios nazis el derecho a frenar todo el proceso, el resultado será que en muy poco tiempo nos gobernará Netanyahu. Más aún, la consecuencia será que también del lado palestino los extremistas vencerán a los moderados, y en lugar de Abu Mazen estaremos ante alguna agrupación agresiva cuyos hilos maneje Irán. El liderazgo de Olmert se pondrá a prueba no por la habilidad con la que pueda maniobrar entre Avigdor Liberman y Eli Ishai, sino en su determinación de realizar un cambio histórico.
La derecha nazi en Israel aduce que Abu Mazen es demasiado débil, y por ello no es conveniente hacer la paz. Es la misma derecha que argumentaba que Arafat era demasiado peligroso, y que por eso no era conveniente hacer la paz. Y la verdad es que hay relación directa entre el debilitamiento o fortalecimiento de Abu Mazen y lo que pueda o no lograr su postura moderada en la negociación con Israel. Abu Mazen es débil en tanto y en cuanto nosotros lo debilitamos y debido a que no le concedemos ningún logro concreto.
¿Qué sucederá si esta negociación fracasa? La solución de los dos estados podría desmoronarse definitivamente y nosotros nos veríamos forzados a elegir entre dos tragedias históricas: un estado unificado (que se acercará a una mayoría árabe) entre el Jordan y el mar o un gobierno de Apartheid israelí que continúe manejando y oprimiendo por la fuerza a los palestinos bajo ocupación, que seguirán oponiéndose por la fuerza a la ocupación.
Hay que ir a Annapolis, y seguir adelante después de Annapolis, teniendo conciencia de que los dos pueblos ya saben - más o menos - cómo se verá el acuerdo definitivo: Palestina con las fronteras del 67, junto a Israel, con algunas correcciones mutuas de las fronteras, sin retorno de los refugiados a Israel y con dos capitales en Jerusalem. Todos lo saben. También los opositores de ambas partes ya saben lo siguiente: el enfermo, el israelí y el palestino, ya está casi listo para ser operado. ¿Será que los médicos tendrán la suficiente valentía?
La fuente: El autor es escritor israelí. Su artículo se publicó en Yediot Aharonot. La traducción del inglés pertenece a Povesham.
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