25 diciembre 2007

Avodá y Meretz: los compran a bajo precio

Nota de TODO: El partido socialdemócrata Meretz enfrenta una crisis política e ideológica, una fisura que la lleva, inexorablemente, a su destino de grupúsculo insignificante en la palestra político-social de israel. Ya bajo la dirección nefasta de Iosi Sarid comenzó el retroceso, la presencia desválida en el ámbito de laizquierda, su conversión en una izquierda de salón o, si lo prefieren, en un grupo de charla de café urbano de Tel Aviv, o de los "moadones" de los kibutzim.
En los momentos cruciales que atravesó y atraviesa Israel,los líderes del partido callaron, otorgaron, se portaron, en última instancia, como devotos sionistas y malabaristas de la izquierda. Desde aquella antológica frase de Sarid, cuando los palestinos bailaban en los techos de Gaza al compás de los skads (misiles) de Irak en 1991, "Que me vengan a buscar", hasta el silencio de Meretz en la segunda aventura del Líbano, o en los días que corren, ante el cinismo y la hipocresía de los acusados de crímenes de guerra por aquella sangrienta aventura, que montaron el 28 de noviembre la farsa de Anápolis.

En marzo se efectuarán elecciones internas, y allí se enfrentarán Jaim Orón, un burócrata de los kibutzim que siempre hace amables titileos a las figuras del poder. Ran Cohen, el eterno perdedor de la lucha interna, recordado por su callada y secreta participación en la primera aventura del Líbano, que ocultó celosamente hasta que un fotógrafo de TV indiscreto lo pescó infraganti cerca del frente mientras nosotros, los activistas de Sheli, salíamos a la calle a denunciar la guerra ante la ira de los gorilas patoteros del likud de Beguin. Aunque es kibutznik, no es aceptado por la izquierda "ashquenazi"... Ran de origen "iraqui"...
Finalmente, la tercera candidata es Zehava Galón, la diputada que se mueve y se juega en cada conflicto vergonzoso que tiene por protagonista a los políticos y gobernantes de derecha, incluidos los derechistas hipócritos del laborismo: hay que votar por ella como única posibilidad que tiene Meretz de sobrevivir. De lo contrario, asistiremos en breve a su funeral...


Andrés Aldao

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Akiva Eldar - Haaretz, 24 de diciembre, 2007


La izquierda sionista le vendió a Olmert su silencio casi gratis. Como si no hubieran aprendido los errores de Barak en Camp David, en el sentido de que hablar de paz, sin actos concretos de paz, puede conducir a una nueva Intifada.
En vísperas de la Convención de Annapolis tuvo lugar en la Mukataa, las oficinas del presidente palestino Abu Mazen en Ramallah, una discusión sobre si éste debía participar en el show de George Bush y Ehud Olmert. A último momento se habían enterado los palestinos que el primer ministro Olmert se había arrepentido de su promesa de que el documento conjunto de Annapolis se referiría de modo explícito y vinculante, por lo menos, a uno de los temas centrales.
Los opositores dijeron que estaban hartos de las falsas promesas de los israelíes de retirar barreras, evacuar asentamientos y ser más generosos en la cantidad de presos liberados. Advirtieron que otra convención de paz estéril sería una decepción que la calle palestina no podría soportar, y hablaron de la fiesta que se haría el Hamás con la farsa de Annapolis. El argumento que definió al final, fue que sin convención de paz en Annapolis no habría convención de países donantes en París. Las penurias económicas superaron a las políticas.
Olmert excusó su negativa a mencionar en la declaración de Annapolis los límites del 4 de junio de 1967 y a comprometerse a un cronograma para la culminación de las negociaciones, en sus limitaciones políticas. Explicó que Avigdor Liberman había amenazado con sacar a Israel Beiteinu de la coalición y conducir a elecciones adelantadas. Ehud Barak podía haber dicho a Olmert algo así como: "Con todo mi respeto a Liberman, yo soy su principal socio en la coalición. Si usted desperdicia esta oportunidad, nosotros nos vamos". Barak, como es sabido, no abrió la boca. Igual no creía en el poder de Abbas y sus compañeros en la conducción del Fatah de llegar a un acuerdo permanente.
El sector paloma de la cúpula laborista tampoco protestó por la incorporación de su titular al teatro de Annapolis. Yuli Tamir, que vino a la política desde Paz Ahora, estaba preocupada con la huelga docente, y Ami Ayalón, que viene del acuerdo Ayalón-Nuseiba, estaba ocupado predicando hacia una acción militar en Gaza.
En la oposición, Yossi Beilin y Jaim Orón, que siguieron de cerca los contactos entre Olmert y Abbas, tragaron sus lenguas. La conducción de Meretz (fuera de Zehava Galón), le otorgó al primer ministro el apoyo de la izquierda sionista a mitad de precio. Se conformó con una promesa general, de que los temas centrales, excluidos de la declaración de Annapolis serían resueltos en las negociaciones a iniciarse luego.
Resulta ser que a la izquierda sionista le es más fácil cumplir su misión cuando tienen enfrente a líderes fieles a la plataforma de la derecha, que frente a líderes de la derecha capaces de pronunciar la palabra "ocupación". Era más simple atacar a Itzjak Shamir y a Biniamín Netanyahu por la construcción de asentamientos "autorizados", que exigirle a Ariel Sharón que parara con la destrucción de la Autoridad Palestina, o exigirle a Olmert que desmantele los asentamientos "no autorizados". ¿Para qué quedarse en pequeñeces cuando egresados del Likud evacúan Gaza y traban amistad con Abu Mazen?
Ciertamente, no pasamos por alto que Olmert debió andar un largo camino desde la casa de su papá revisionista hasta advertir que la continuación de la ocupación conduciría a un Apartheid y a la liquidación del estado de los judíos. Las palabras de un líder también tienen su significado. Pero el sector de la paz israelí debió haber aprendido de su experiencia con el gobierno de Barak, que hablar sobre la paz, sin actos de paz, podría conducir a una nueva Intifada. Los hombres de Oslo en el Partido Laborista hicieron la vista gorda ante todos los errores de Barak en sus relaciones con los palestinos: desde la preferencia de la vía siria hasta la defectuosa preparación de Camp David. Los ministros de Meretz le hicieron grandes descuentos en todo lo tocante a la política de asentamientos y derechos humanos en los territorios.
¿Alquien escuchó que el Laborismo y Meretz exijan al primer ministro cumplir su compromiso dado a los norteamericanos de evacuar asentamientos? ¿Por qué creen que un primer ministro que viola las promesas oficiales de su gobierno al presidente de los Estados Unidos, cumplirá su palabra de mantener negociaciones aceleradas sobre Jerusalem? ¿Por qué Liberman, el representante de la derecha, puede amenazar a Olmert con que, si las negociaciones sobre los temas centrales llegan a una fase avanzada, deberá despedirse de él, mientras que un representante de la izquierda no puede condicionar el avance del proceso de paz con una amenaza similar?
La excusa por excelencia, el arma del juicio final -"¿Qué quiere?, ¿que venga Bibi?"- no puede servir ad eternum como hoja de parra de la izquierda sionista. Aunque traten de cubrir a Olmert, el fracaso de las negociaciones con lo que queda del sector de la paz palestino (y/o el Informe Winograd) hará volver a Netanyahu al gobierno. Tarde o temprano.

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