Al menos en el caso palestino, que cuenta con millones de refugiados y miles de desplazados, el concepto de refugiado resulta al mismo tiempo problemático y paradójico, puesto que refugiado proviene de la palabra refugio, que se asocia a protección, cobijo, etc. La realidad que viven la mayoría de los refugiados en el mundo y particularmente los palestinos es precisamente de desesperanza, desprotección y vulnerabilidad.
Por Nicolás Chadud D.
En términos estrictamente jurídicos el concepto de refugiado se refiere a las personas que han sido forzadas a dejar un país o territorio y han tenido que “refugiarse” en otros países. A diferencia del desplazado que se ve forzado a irse de un lugar y busca cobijo en otra zona del país, sin cruzar una frontera internacional (1). Ahora bien, esta distinción o matiz conceptual y jurídico se puede ver superada por la dinámica y complejidad de los acontecimientos políticos, que incluso la puede hacer indistinguible.
En el caso palestino, miles de personas provenientes de Jaffa, Haifa, Ramle o Jerusalén pasaron a ser en un primer momento “sólo” desplazados y se reubicaron o concentraron en Gaza y Cisjordania hasta 1967 (Guerra de los Seis Días). Para luego ser expulsados definitivamente de Palestina y llegar como refugiados, principalmente, a Jordania, Líbano o Siria (2). Otros miles, corrieron peor suerte, porque llegaron a ser directamente refugiados como resultado de la instalación del Estado de Israel y de la primera Guerra Árabe Israelí en 1948. Pero esa condición, para otras tantas personas, tampoco ha sido definitiva, como lo que experimentan actualmente los refugiados palestinos que han debido dejar el campamento de Nahr al Bard, o los que vivieron los horrores de Sabra y Shatila en septiembre de 1982.
La experiencia histórica de los refugiados palestinos en estos países es del todo desgarradora. A modo de ejemplo, en Líbano no sólo no se les asegura ningún derecho social o económico, sino también se les percibe como “una amenaza electoral” real o potencial al denominado “equilibrio político libanés” (3). A su vez, no pueden ejercer una lista numerosa de profesiones, entonces el problema sería su existencia propiamente tal, la vida misma. La excusa de los sucesivos gobiernos libaneses para marginar a los palestinos de la sociedad es que Israel debe aceptar el retorno de esos refugiados o compensarlos debidamente. Lo que es cierto, pero no contradictorio, de acuerdo al derecho internacional y a la resolución 194 de Naciones Unidas.
Al menos en el caso palestino, que cuenta a su haber con millones de refugiados y miles de desplazados, el concepto de refugiado resulta al mismo tiempo problemático y paradójico, puesto que refugiado proviene de la palabra refugio, que se asocia a protección, cobijo, etc. Es decir, el concepto refugiado se define por su oposición, por su antónimo, los sin refugio . La realidad que viven la mayoría de los refugiados en el mundo y particularmente los palestinos es precisamente de desesperanza, desprotección y vulnerabilidad (4). Se encuentran literalmente “desnudos y a la intemperie”, son personas propias de ésta época post moderna, “sin certezas o fundamentos”, pero en un sentido “carnal”.
El asunto de los refugiados palestinos es relevante de analizar no sólo porque constituye uno de los ejes centrales en las reivindicaciones palestinas, sino también porque se inserta en un contexto sociopolítico mundial (“lucha contra el terrorismo”) de desfiguración y monstruosidad del “otro-enemigo”, una especie de humanoide, que ya no es un oponente político legítimo como lo fue en la Guerra Fría.
Se trataría más bien de personas que se encuentran al margen de la “ley” y de todo “orden”, en “estado de excepción” permanente (5). Algo próximo u homologable a lo que Michel Foucault denominó en su momento como la categoría de monstruo humano. “La noción de monstruo es esencialmente una noción jurídica -jurídica en el sentido amplio del término, claro está, porque lo que define al monstruo es el hecho de que, en su existencia misma y forma, no sólo es violación de las leyes de la sociedad, sino también de las leyes de la naturaleza…es lo que combina lo imposible y lo prohibido” (6).
El retorno de los refugiados palestinos a sus tierras, se dice, amenazaría la “subsistencia” de Israel como Estado Judío, como si se tratara de un organismo vivo que perdería su “esencia”, vitalidad y poder de “reproducción”. Sin duda, nos encontramos inmersos en un conflicto de carácter biopolítico, en el cual el poder se inscribe y se ejerce sobre los cuerpos mismos de los individuos (7).
La sofisticación y minuciosidad del poder es lo que se encuentra en juego y por tanto, lo decisivamente político es, por de pronto, rastrear esa ideología “apolítica” que se refugia en nombre del “bien”- léase “los demócratas”- para “Luchar contra el mal”, encarnado por gente monstruosa (“militantes”, “insurgentes”,“fundamentalistas” o “rebeldes”) en países como Irak o Palestina, que se han convertido en el último tiempo en grandes “campos de refugiados”, que no son otra cosa que campos de concentración y exterminio sistemático, puesto que se planifica un “tratamiento técnico” para acelerar la fase biológica de la muerte, a través de incursiones militares, atentados y la asfixia total de la vida cotidiana (8), increíblemente acompañado de una retórica política a favor de los derechos humanos.
Cuando en otro momento “crítico” de la historia “lo monstruoso” e impronunciable se vinculaba con “lo judío” y por tanto en su mérito debía ser perseguido, detenido, aislado y extinguido, a través de un “procedimiento quirúrgico” (técnico) propio de la sociedad moderna. A su vez, la actual sociedad moderna y tecnificada, denominada de la (des)información se encuentra en crisis, pero esta “anomalía histórica” se ha hecho crónica e irreversible, más bien pareciera ser parte de su fundamento, átomo del espectáculo terrorífico mismo y eso implicaría, que es irreconciliable con la propia “razón” que se supone sustenta éste proceso histórico. En definitiva si existe algo que se podría denominar “razón”, de eso prescinde precisamente la modernidad. Por el momento, sólo opera la “razón de Estado” y el “tratamiento” de los refugiados no son la excepción.
Notas: 1. Revisar la discusión en http://dicc.hegoa.efaber.net/listar/mostrar/74. 2. En la Guerra de los Seis Días fueron expulsados una cifra cercana a los trescientas mil palestinos. 3. En Líbano existe una especie de democracia consociativa. 4. La mayoría de los refugiados se concentran en zonas fronterizas o en la llamada “tierra de nadie”; entre Irak y Jordania, entre Afganistán y Paquistán, entre Líbano e Israel. Por tanto, son los primeros afectados en guerras como la experimentada entre Hezbollah e Israel en el año 2006. 5. El mejor ejemplo son los presos en Guantánamo, que ni siquiera poseen la condición de prisioneros de guerra. 6. Foucault Michel, Los anormales, Fondo de Cultura Económica, Argentina, 1999, p.61. 7. Ha sido recurrente la política israelí de privar por largos periodos de agua y luz a los habitantes palestinos de Gaza. Esto es lo que Israel denomina a menudo como represalia. Revisar en http://www.elpais.com/articulo/internacional/Israel/planea/cortar/luz/agua/Gaza/ represalia/ataques/palestinos/elpepuint/20070912elpepiint_2/Tes. 8. “ Cientos de miles de personas han perdido la vida en Irak desde la invasión de EEUU y el país entero sufre de carencias de comida, electricidad y agua. El conflicto en Irak ha producido más refugiados que ningún otro hoy en día y más de la mitad de la población sunita en Bagdad ha sido eliminada en episodios de violencia étnica”. Revisar en http://www.avaaz.org/en/.
La fuente: El autor es licenciado en Ciencia Política, Universidad Arcis. Su artículo fue publicado en la revista Hoja de Ruta.
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