Nota del editor: los artículos firmados llevan la responsabilidad absoluta del autor aunque, dado que son publicados en TODO, hay una linea general de acuerdo e identificación con el autor a pesar de ciertas reservas. (Andrés Aldao)
por Udi, rosario, argentina, noviembre de 2007
Otra vez, la enésima, el mundo asiste, ya algo asqueado, al espectáculo obsceno (y no digo circense por respeto a los artistas), que los EEUU montan con el declamado objetivo de lograr "una paz justa y duradera en el Medio Oriente".
Rodeados por la tradicional corte de tiranos, reyezuelos, dictadores y jefes de estados teocráticos se sentarán a deliberar los dueños del mundo y del medio oriente y su " eurocomparsa", culposa de siglos de antisemitismo y deseosa de endosar el pago de la cuenta al pueblo palestino.
Como primera medida se discutirá - faltaba más, estando el gobierno de Israel allí - sobre qué se puede discutir, y sobre qué no.
Naturalmente estas condiciones las impondrán, como ha venido sucediendo desde hace sesenta años, los representantes de aquellos que han usurpado, robado, expulsado y asesinado al pueblo palestino en su propia tierra. Los herederos de los que pasaron las topadoras sobre las aldeas vaciadas de sus pobladores, aterrorizados previamente con los "aleccionadores" ejemplos de otras aldeas en las que sus habitantes fueron sencillamente masacrados.
Para desgracia del pueblo judío, quién sufrió durante siglos similar trato, los que "limpiaron" étnicamente Palestina fueron muchos de los sobrevivientes del Holocausto nazi, utilizados como masa de maniobra, impúdicamente, por los colonos sionistas. Aquellos que escaparon del genocidio más industrialmente organizado de la historia cometieron - y cometen diariamente - su propio genocidio, lentamente ejecutado, pero tan fría y cruelmente concebido y planificado como el otro. Con el fin de hacer realidad aquella declaración fundante de la ideología sionista: "Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra"
La reunión "cumbre" comenzará con la ya conocida extorsión que el estado sionista aplica al pueblo palestino hace décadas: el reconocimiento de Israel como "la patria de los judíos". Esto no es solamente un escollo dialéctico, que bien podría alguien suponer de menor importancia. Es, lisa y llanamente, exigir al ocupado, expulsado y exterminado en su propio país que reconozca al ocupante, expulsor y exterminador como parte negociante de pleno derecho, lo cual es muy distinto a reconocer su existencia real y los hechos sobre el terreno. Nada más, y nada menos, que otorgarle status jurídico a un papel firmado por el imperialismo, como lo fue la "Declaración Balfour", con lo cual - pequeño detalle - queda fuera de discusión un tema "baladí": la justicia.
Es decir, desentenderse de la dimensión ética del conflicto, planteado, únicamente en términos de "realpolitik", muy al gusto de los pensadores del "Nuevo siglo americano".
En esto radica el nudo: nada sano se puede construir sobre la base de la mentira, el olvido y la injusticia.
Es evidente que dos pueblos - muy diferenciados - habitan un mismo territorio. Cualquier solución que se plantee deberá contemplar los derechos humanos, sociales y políticos de ambos. Sin embargo, no se debe olvidar que uno es el agresor y otro el agredido, uno el colonizador y el otro el colonizado.
Naturalmente que nadie pretende "echar a los judíos al mar", como la propaganda sionista quiere hacernos creer. Pero cualquier solución, ya sea la de dos estados (casi inviable hoy dia, por los hechos que sobre la geografía palestina ha producido Israel) o un estado binacional con igualdad de derechos para todos sus ciudadanos (derechos que la "democracia" israelí niega a sus habitantes palestinos) deberá basarse sobre la reparación a tanto dolor infringido: Verdad, Memoria, Justicia.
Tres pilares, dicho sea de paso, que constituyen probablemente lo mejor de la herencia del pueblo judío a toda la cultura occidental.
Udi
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