19 noviembre 2007

Atrapado entre el cáncer y el bloqueo



 Un joven ha muerto víctima de esta enfermedad y del hermetismo de las fronteras
 Los casos similares al de Nael El Kurdi se han multiplicado recientemente en la Franja


SAL EMERGUI

GAZA.- El bloqueo de la Franja de Gaza asfixia y a veces mata a los bloqueados si éstos padecen una grave enfermedad. Este es el caso del joven Nael El Kurdi, de 21 años, que ha muerto víctima del cáncer y del hermetismo de las fronteras entre Israel y Gaza.
En los últimos cuatro meses, Nael intentó sin éxito ser tratado del tumor cancerígeno en su testículo derecho y de una hepatitis. Su destino era el Hospital Ijilov de Tel Aviv, pero en el camino se topó con el paso fronterizo de Erez. Cuatro meses esperando un permiso que nunca llegó. Desde que el grupo islamista Hamas se hiciera con el control de la Franja —expulsando por las armas a sus rivales de Al Fatah— Israel ha cerrado la mayoría de accesos.
Detrás del bloqueo se esconden nombres y apellidos como Nael El Kurdi. "El último mes ha sido un infierno. Apenas comía, sufría mucho y la enfermedad se agravaba cada día. No le dejaban entrar en Israel pese a que nunca ha pertenecido a ninguna banda armada ni constituye un peligro para nadie", asegura su tío Hani, que solloza: "Mi sobrino quería salir de Gaza solo para vivir, nada más".
Pero el paso de Erez que separa —más que nunca— Israel de la Franja no le abrió sus puertas. Nael quedó atrapado mortalmente entre la Gaza de Hamas y las bloqueadas puertas de Israel y Egipto. Su fallecimiento este fin de semana ha pasado tan desapercibida como su sufrimiento.
"La muerte de Nael es el ejemplo de las consecuencias terribles de la política que utiliza el Shabak [servicios secretos internos israelíes], al impedir el tratamiento médico a los enfermos palestinos de Gaza", acusa Ran Yaron, de la ONG israelí Médicos por los Derechos Humanos. Una voz de denuncia convertida en ángel protector de centenares de enfermos palestinos.
'Un asunto de vida o muerte'
El temor ahora se centra en la vida de Mirfat Al Wawi, de 31 años, madre de seis hijos y que padece una grave hepatitis. Todavía no ha sido autorizada para entrar en Israel pese a que su estado es crítico. Su pecado es que está casado con Ahmed, un militante de Hamas que suplica: "No le dejen morir porque viva conmigo. No le castiguen por mi culpa".
El director de Médicos por los Derechos Humanos, Danny Filk, indica a elmundo.es: "Son casos muy duros y sus historiales médicos han sido confirmados por doctores israelíes. Es un asunto de vida o muerte. No entiendo por qué no les dejan ser intervenidos en los hospitales".
Si antes de junio, cuando Hamas se convirtió en amo y señor de Gaza, Israel permitía la entrada diaria de unos 40 enfermos palestinos, ahora la cifra se ha reducido a la mitad. Datos fríos para reflejar dramáticas historias como la de Inaf Nadjar, de 20 años, que tardó semanas antes de someterse a una terapia en Tel Aviv. El cáncer, de nuevo.
Apelando a "motivos de seguridad", las autoridades israelíes hacen caso omiso a las peticiones de operarse de urgencia en Israel. El Shabak hizo oídos sordos a Imad Zarab, de 27 años, sordo de nacimiento, con un tumor cerebral y a la espera de ser internado en el hospital San José de Jerusalén. Gracias a la ayuda de la ONG israelí y de varios recursos ante el Tribunal Supremo, finalmente pudo entrar al "primer mundo".
Entre Hamas y el Shabak
Fuentes del Shabak afirman que cada petición es estudiada detalladamente. "Gaza es una zona controlada por un grupo terrorista que pide la destrucción de Israel y podemos decir que la población que vive allí está bajo su cobijo. Desde su territorio lanzan diariamente cohetes Kassam contra nuestras ciudades. Los terroristas han aprovechado estos casos humanitarios para cometer atentados", dicen dichas fuentes refiriéndose a dos mujeres embarazadas, que con una falsa autorización médica y enviadas por Yihad Islámica, fueron interceptadas en el paso fronterizo antes de cometer un atentado suicida.
"No creo que la seguridad esté en peligro por una mujer afectada por el cáncer o un sordo con tumor cerebral", rebate Filk.
Wajidi necesitaba urgentemente ser operado de los ojos debido a un desprendimiento de la retina. Para evitar la pesadilla de la ceguera, tuvo que vivir un infierno. Tras recibir los permisos, se dirigió al paso de Erez. Al otro lado de la frontera, la tierra prometida para sus desgastados ojos.
Tras varias horas haciendo cola, fue llamado por un 'reclutador' del Shabak. "Me preguntó en qué operaciones armadas había participado y si conocía a personas que han disparado Kassam contra Israel. Le dije que no sabía nada y me respondió que si yo no le ayudaba, él no me podría ayudar". No hacia falta más palabras y Wajidi se tuvo que volver a su casa, consciente que en su caso el permiso no sirve de nada si no acepta ser fuente de información en 'territorio hostil'.
Yaron revela el drama: "Por un lado, los enfermos están preocupados por su salud y harían todo lo que sea para poder entrar en Israel y salvarse. Por otro, si aceptan ser colaboracionistas y son descubiertos, sus paisanos les asesinarán. Les colocan en una dramática encrucijada".

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