La creencia de los gobiernos israelíes es que no ha llegado el tiempo para hablar de ciertos temas, como refugiados y Jerusalem. El problema es que el tiempo funciona de otra manera, y no recibe órdenes de Jerusalem.
Akiva Eldar - Haaretz
El partner palestino para la paz nació en Oslo en el verano de 1993 y murió siete años después en Camp David. Pasados otros siete años de violencia, congelamiento político, descongelamiento de la construcción en los territorios y ruptura de falsas ilusiones recíprocas, la palabra partner (de aquí en más, interlocutor válido), vuelve paulatinamente a la moda. La Autoridad Palestina (sucursal Ramallah) ya no es considerada una entidad terrorista, como fue la decisión del gobierno de Ariel Sharón en diciembre de 2001.
La pérdida de la Franja de Gaza convirtió a Mahmud Abbas (Abu Mazen), de la noche a la mañana, de un líder débil e irrelevante, en un interlocutor digno que hay que fortalecer. En su último encuentro con Abu Mazen, el primer ministro Ehud Olmert incluso dijo algo sobre la posibilidad de que la próxima vez acepte, quizás, hablar sobre el status definitivo de los territorios.
Es necesario saber que, cuando en Jerusalem hablan de "acuerdo por el status definitivo", no se refieren a la tercera y última fase de la Hoja de Ruta, según la cual "las partes llegarán en 2005 a un acuerdo final y abarcativo que ponga fin al conflicto israelo-palestino sobre la base de las resoluciones del Consejo de Seguridad 242, 338, y 1397. Olmert, y como él, también la ministra de Relaciones Exteriores Tzipi Livni, tampoco proponen hablar ahora con Abu Mazen de una "solución consensuada, justa y realista al problema de los refugiados", y ni siquiera volver a abrir el tema de Jerusalem, tal como se exigía en aquella olvidada Hoja de Ruta.
El punto de partida de los diseñadores de la nueva política de estado en la vía palestina es que, dadas las grandes brechas entre el mapa de expectativas palestinas y el mapa de concesiones, las negociaciones sobre los tres temas pesados del acuerdo definitivo -límites, refugiados y Jerusalem- conducirán rápidamente a un callejón sin salida. La amarga experiencia del fracaso de las conversaciones de Camp David les enseñó que, cuando la opción política no satisface de modo pleno a los palestinos, ellos se encaminan directamente a la opción violenta. Obviamente, si las negociaciones por el status definitivo colocan a las partes en una vía de colisión segura, es mejor buscar rodeos.
El rodeo, de hecho, retrotrae a las partes a la fase B de la Hoja de Ruta, que debía culminar a fines de 2003. En esa etapa, el Cuarteto debía reunir una Convención Internacional, que diera la señal de largada a los contactos entre Israel y los palestinos para la creación de un estado palestino independiente en límites temporarios. Contrariamente a la Desconexión de Gaza, la retirada se haría por medio del diálogo y por "entendimiento", no por "acuerdo". Según el programa que va tomando forma en el Despacho del Primer Ministro, Israel desmantelaría los asentamientos al este de la Cerca Separadora y transferirá a manos de los palestinos un 90% de la Margen Occidental.
El problema con este modelo es que, desde el Acuerdo de Oslo, los palestinos han alcanzado a aprender que, con los israelíes, a veces un acuerdo temporario se convierte en permanente (mientras que, con los palestinos, a veces, un acuerdo permanente se convierte en temporario). Esta fue la razón por la cual Yasser Arafat, cuya posición en los territorios era diez veces más fuerte que la de Abu Mazen, se empecinara en que al acuerdo por los límites temporarios se le adjuntara un trazado y un cronograma para el acuerdo definitivo, incluidos Jerusalem y los refugiados. Un acuerdo de principios propuesto por la secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice, está pensado para responder a esa necesidad: evitar que lo temporario se convierta en permanente. Ese papel debe convertir la "visión Bush", de una promesa hueca en un documento de garantía norteamericana vinculante.
Aquí todo está trabado. A pesar del generoso respaldo parlamentario con que cuenta Olmert, éste no cumple siquiera su compromiso de desmantelar los asentamientos ilegales. En el mejor de los casos, Jaim Ramón lo convencerá de incluir en los límites temporarios dos barrios árabes en los márgenes de Jerusalem. Sobre refugiados, ni Olmert ni Livni están dispuestos a escuchar hablar. A duras penas están dispuestos a debatir sobre un permiso de entrada para 41 refugiados palestinos de Irak. Tampoco "es tiempo de hablar" del intercambio de territorios a cambio de bloques de asentamientos.
¿Cuándo será "tiempo de hablar"? Ha llegado el momento de entender que el tiempo no acepta órdenes de Jerusalem. Abu Mazen dice a todo israelí con el que se encuentra, que dentro de un año y medio, a más tardar, deberemos buscarnos interlocutores en el Hamás. O hay interlocutor válido y se debe hablar con él ya, o no lo hay, y se deben preparar los refugios. No existe medio interlocutor.
Fuente: Haaretz - Povesham - 1/8/2007
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